19 de diciembre de 2013

La Maternidad de la A a la Z: LL de LLUVIA

Lo sé. Lo sé... La LL está obsoleta en nuestro alfabeto desde, si no recuerdo mal, 1994 (no soy una empollona, lo leí el otro día) . Pues mal. Muy mal. La LL es taaaaaan necesaria como la LLUVIA.
Mmm... Kdnjdebwksbgqksdfmwdssdfdsssszu!!!!! O lo que es lo mismo: rebobinemos.
Para esta 20 edición del #azdelamaternidad (¡20 letritas!) yo he escogido la LL, que no cuenta, porque así tengo una excusa estupenda para hacer una entrada extra. ¡Ah, no! Si eso ya lo hago de normal gracias a mi acostumbrada manía de escribir de lo primero que me pasa por el cabolo.
Bueno que yo he empezado diciendo que la LL y la LLUVIA eran igual de necesarias. Ya, pues ¡ni de blas! En la maternidad la LLUVIA es un coñazo, y si encima eres bimadre lo es más (no quiero ni pensar en amigas que ya son "tri" como superwoman o trimadre30, porque lloro).
Según la RAE... Paso. Hoy los señores académicos pueden descansar. Puedo definir yo esta palabra.
Según el diccionario Yo, mi, me, conmigo, LLUVIA es ese fenónemo atmosférico en forma de agua que cae del cielo, que tiene refrán propio (En abril, aguas mil), y que siempre llega en el momento más inoportuno de tu vida. Aún así, hemos de agradecerle que riegue los campos, llene los embalses y demás (conste en acta).
Pues sí, la LLUVIA es ese fenómeno atmosférico que pasa de ser gracioso y hasta emocionante cuando eres hija a un grano en el culo cuando eres madre. La LLUVIA es divertidísima cuando hay charcos sobre todo si no llevas botas de agua, y es mucho mejor cuando, a pesar de las advertencias de los adultos, te atreves a botar dentro del charcAZo del patio en plan "Toma flan danoneeeee, no pares, no pareeees" (anuncio de hace años, una ya tiene una edad), sin botas claro, y acabas en el despacho de dirección con un par de amigas por "vándala" y por llevar agua hasta en el carnet de identidad (y por estar en bachiller dicho sea de paso).
La LLUVIA te hace crecer el pelo cuando eres niña, inocente y tienes una imaginación desbordante en la que cabe todo, así que tú haces por mojarte cuando llueve y luego sacudes la melena pensando en que eres casi Rapunzel.
Y la LLUVIA... La LLUVIA es un ascazo, así, tal cual, como suena. Sin contemplaciones. ¿Necesaria? Oh yeah! Pero puñetera de narices.
El jueves llovió aquí. Y la verdad, aún tuve suerte y no fue día de "gota fría", porque entonces ya hubiera sido de llorar (más, quiero decir). El jueves salía de casa de buena mañana ya con el ánimo torcido: fecha señalada, hijos poco (cero) colaboradores in the morning y tras noche horribilis, cargada hasta los topes simulando el decoradísimo árbol de Navidad de casa y un larguísimo etcétera de "mala leche"... Al que sólo le faltaba la LLUVIA. ¡Qué emoción tan grande y estupenda salir a la calle y descubrir que el día ya era redondo! ¡Yupiiiiii!
Quien no sea madre pensará "vaya exagerada". Por suerte, quien sí lo sea pensará "cuantísimo te entiendo, y qué lastimita me das".
Mis mañanas ya de normal son maratonianas. En menos de 20 minutos hago unos cuantos viajes casa-cole-guarde-cole, todo corriendo, con Pichu a ritmo de tortuga y Rubiazo a brazos, porque sólo me faltaría tener que montar el carro en el maletero. Pues este jueves pasado, gracias a la LLUVIA, la maratón pasó a ser un triatlón en toda regla (¡y me pilló sin dorsal!). La primera parte: subida al coche, muy divertida. Casi meto a Rubiazo en el maletero, por lo demás, ellos no se mojaron, y a mí sólo se me caló la espalda. Luego sólo me quedaba decidir si iba al cole, bajaba a Pichu (y por tanto también a Rubiazo), volvía a cargar al rubio, iba a la guarde, y vuelta al cole o... La "cara B" de la situación: aparcar en doble fila en la carretera, misma puerta de la guarde, y dejar a Pichu dentro del coche, y "entregar" a Rubiazo antes de lo habitual, rogando que me lo aceptaran a cambio de pagar "lo que sea".
El día no fue mal porque dejó de llover justo para que mis alumnitos pudieran salir al patio a soltar adrenalina (gracias Universo por apiadarte de mí). Pero como no podía ser de otra manera... Llegó la hora de las recogidas y ¡volvió la LLUVIA! Pero esta vez, la pu...ñetera LLUVIA venía acompañada por algo de viento, claro, porque así es muchísimo más ameno observar a una bimadre luchando para que ninguno de sus dos retoños se moje. Así que después de aparcar en el único sitio disponible en la contornada, un megasitio en pleno charcAZo, observar con una mezcla de pena y miedo los pies de Pichu y los míos, (ideales con medias y bailarinas) y mirar la LLUVIA caer sin piedad, me planteé seriamente no bajar. No, en serio. Al menos así los tres seguiríamos secos. Pero claro, no era plan.
Así que, como pudimos salimos del coche y llegamos a por el Rubiazo. De la guarde al coche otra divertida odisea, vigilando que Pichu fuera bajo del paraguas, que mirara hacia delante, que no pisara las cacas de perro que los (cerdos) dueños habían olvidado, que Rubiazo no zarandeara el palo del paraguas y me diera un trompazo en la napia mientras nos mojábamos... Y cómo no, todo esto evitando los charcos (¡¡¡LLUVIA de los cojones!!!).
Puedo prometer, y prometo, que excepto las bailarinas extraplanas de Pichu y sus pies, tanto el rubio como su hermana llegaron sequitos al coche, y que yo... ¡No! Entre choparme el "lomo" mientras les ayudaba a subir y ataba las sillas, y meter los pies en un charco bajo mi puerta y estar con el agua hasta los tobillos, pues eso, que ¡una felicidad extrema!
Como además la LLUVIA es como "tu menstruación" (¡holaaa! Soy tu menstruación... Esa mujer vestida de rojo...), siempre te acompaña en los momentos más importantes de tu vida, o simplemente, en cualquier momento en que no te venga bien, pues nada, también modificó mi plan de la tarde. ¿Que has quedado para comprar, urgentemente, unos regalos y has de teletransportarte al centro comercial, con pitufos incluídos? ¡Aaaah, no! De eso nada. Es mejor que tengas que pasar antes por casa porque Pichu y tú os habéis chopado los pies, y porque de aquí a que llegues, aún os queda mojaros otro poquito. ¡Ah! Además, se te va a caer el bolso en la calzada, cuando estés sacando los tropecientos trastos del maletero, y tendrás que agacharte con el rubio en brazos intentando quitarte el paraguas, mientras la pobre Pichu se va calando poquito a poco.
Querida LLUVIA, ¡VETE A PASEO! Y que sepas que en realidad lo que quería era... mandarte a la mierda. Que ya está bien de ser tan contenida con alguien/algo/lo que seas que no se corta ni tres.
Maternidad y LLUVIA=binomio imposible.

1 comentario:

  1. jajajajaaja, me he sentido totalmente retratada en tantas y tantas situaciones de mi vida! Yo cuando llueve los días de cole soy de dar pena, penita, pena. Con dos bolsos y tres paraguas llegando al curro. Y llega el momento de fichar (y de buscar la tarjetita) y todas las veces sopeso dos opciones: soltar todos los lastres para empezar la búsqueda o cortarme directamente las venas.
    jajajaa. Viva la LL!!!!!
    Un abrazo preciosa!

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