7 de marzo de 2015

Del santo Job y descendientes o de la santa paciencia materna.

Podéis creer en Dios o no, pero lo que nadie puede negar es que un día, hace muuuuucho, mucho tiempo, existió un hombre con una paciencia infinita que se llamaba Job. Y al que no sé por qué extraña razón no lo han hecho aún patrón de todas las madres del mundo mundial de manera oficial.
Yo tengo la teoría de que las madres, todas las del mundo, por alguna extraña razón cósmica, descendemos de Job, bien de manera directa, bien de manera indirecta. Prometo que si no, no entiendo la santa paciencia que tenemos y el enorme aguante en la mayoría de ocasiones.
Decidme si no es así, cómo toleramos por el morro las siguientes situaciones:

1. Nunca más vas al baño sola; da igual que sea para ducharte, desmaquillarte o mirarte un grano.
2. Escuchas en la lejanía: "Dejad dormir a mamá..." mientras dos trolls te botan en el estómago y/o pecho y gritan "¡Con mamaaaá!"
3. "La cateta pone mamá" o ese maravilloso momento de estrés matutino en el que ya deberíais estar saliendo y hay un niño tirado en el suelo en huelga porque no le acabas de poner tú la ropa.
4. Cuando te pones a estudiar un mini ratitín ridiculín (que de hecho piensas que si te aprueban el examen es porque te han visto ojeras de madre) y tus retoños encuentran 25 excusas diferentes para entrar a fiscalizar tu tiempo, no sea que estés fabricando un cohete para pirarte a la luna o algo.
5. "Quello cheche... Quello agua... ¿One está mi mantita?" "Mami, ahora te subes a mi cama..." y similares suenan en mitad de la noche y se clavan entre tu cerebro y tu "no sé qué" fase del sueño REM, y el sueño deja de serlo para siempre y pasa a ser insomnio del bueno. Pensando seriamente en pedirle a Maléfica una puñetera rueca antigua, que fijo que alguna quedó sin quemar.
6. Repetir taitantas veces y una lo mismo. Un día, otro día, y otro, y otro... Y así entrando en bucle. Tanto que acabas entrando en órbita y te nombran planeta oficial, ahora que Plutón les sobra.
7. "Pero yo hoy quería vestidooooo..." después de, para evitar males mayores durante el estrés matutino, haber acordado ropa para el día siguiente. Respuesta a lo Leticia Sabater: " Buenos días... ¡Con alegría!"
8. Poner tropecientas lavadoras semanales, que llegue el fin de semana... Y el cesto de ropa siga desbordando. Estoy convencida de que aquí hay enanos que viven por y para sacar ropa de los cajones por la noche y meterla a lavar.
9. Ley de Murphy en todas y cada una de esas ocasiones en que necesitas elementos extra en tu vida: "Tengo que llevar al cole...", "Llevo una notita..." o leer la agenda de Rubiazo a las diez y pico, y otras lindezas que te dejan una hora ideando cómo llevar lo que te han pedido, porque ya no son horas de salir a buscarlo y, obviamente, no lo tienes...
10. Planear tu tarde y/noche libre y que se alinien los planetas, satélites y estrellas para que eso no sea posible durante varias semanas: obras inesperadas en casa, fiebres varias, alguna que otra reunión de cole... Y el muñequito de vudú sigue sin aparecer por más que lo busques. Así que ha de ser Murphy.
11. Que Rubiazo te quite la coleta cada vez que te recoges el pelo porque él te quiere con tus mechas californianas, más mocho que mechas ya, en todo su esplendor, a pesar de que a las 17 dan más pena que gloria ya. Y la escena se repita una y otra vez: "¡Coleta nooo, quita coleta mamaaá!". Como luego se busque una novia de pelo corto, se la carga.
12. 6:30 de la madrugada, tal día como hoy, sábado, después de una noche como la del punto 5... "¿Amo a jugar? Quello ver dibus... Mami, ¿y mi diadema?" y así... De tal forma que a las 12:00 parece que sean las 17 de la tarde, por todas las experiencias que llevas ya vividas.

Estas doce situaciones son sólo una minucia entre un millón más.
Pero os digo una cosa, derecho al pataleo tenemos todas y está bien gritar a los cuatro vientos un ¡NO PUEDO MÁS! cuando nos hace falta, sin remordimientos ni melindres ni romances. Así, a pelo. Lo que está más que claro es que si aguantamos carros y carretas es porque no podemos amar más a nuestros hijos, porque cuando la paciencia está a punto de salir volando con el paraguas de Mary Poppins, se acercan sin avisar y te pegan un morreo, un abrazo o un achuchón a la cara y te sueltan un "Te quiero mucho" "Ta la nuna y velta" que crees morir de amor. Y de hecho, mueres tanto que a continuación los tienes haciéndote de nuevo las mil y una...
Y así una y otra vez, en bucle, non stop, 24 horas 365 días (los bisiestos encima vienen con extra)... Hasta entrar en órbita a velocidad ultrasónica. Vamos que o es amor del bueno o como decía al comenzar este post, nuestro padre amantísimo de hace millones de años fue Job.
Y por eso la NASA va a hacer oficial que en breve nos nombran "planeta" de manera perpetua. Y si esto ocurre, estoy segura de que el nombre estaría claro: PACIENCIA INFINITA.

CON M DE MAMÁ Y P DE PACIENCIA

FELIZ SÁBADO (desde las 6:30...)

2 comentarios:

  1. Jajajaja Noni!! Cuánta razón a primera hora del sábado. Entre semana no hay quien les levante a las 8 y los fines de semana se levantan antes de esa hora...arrrggg

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  2. Este fin de semana he llegado reventada a la cama. Quería levantarme el sábado a las tantas... Ja! A las 7 y media mis hijas estaban en pie de guerra, he intentado que se quedaran un rato en la cama, -cuando suenen los pajaritos, nos levantamos-, otro ja! parece que los pájaros huelen la primavera. Y el padre... roncando!!!

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